venres, 25 de outubro de 2013

RELATO DE INÉS FALCÓN

Teño o pracer de presentar aquí un relato dunha das nosas mellores alumnas escritoras -e hai moitas-. Se trata de Inés Falcón de 1º de Bacharelato C, da que noutras entradas falamos como gañadora do Concurso de Relatos Coca Cola. Aquí vai. Espero con el inaugurar unha nova sección neste blog que leve por título "Os alumnos escriben":
"Aunque es cierto eso de que las palabras se las lleva el viento, hay palabras que siempre buscan un hueco dónde vivir, un rincón en el viejo bar del que nadie puede moverlas. Se esconden entre los huecos de madera, en los cajones, en las motas de polvo de la estantería y, alguna que otra, lo deja todo para colgarse de una sonrisa. Hay palabras que ayudan, que enseñan y que construyen. Construyen mundos con palacios de cristal, corazones puros y bocas que no mienten. Mundos de esperanza. Y, si quieres vivir ahí, siempre queda alguna palabra que puede ayudarte, que puede enseñarte. Porque si hay algo que merece la pena en esta vida, es soñar. ¡Soñar! ¡Cómo me gusta esa palabra! (y no sólo porque me encante dormir). Por soñar, se puede soñar despierto, sólo tienes que dejarte caer y alzar el vuelo.
El mejor consejo que me han dado nunca es que, hagas lo que hagas, hablarán, así que lo mejor es hacer lo que realmente quieres, porque así no hablarán en vano, hablarán de tus sueños. Y aunque nunca se lo haya dicho a esa persona (y puede que se sorprenda si algún día se lee aquí), esas palabras van a quedar guardadas, ahí, en algún lugar de mi corazón. Por eso las palabras son tan bonitas. Como escribir. Inmortalizar. Describir una sonrisa, un sentimiento. Leer y releer. Volver a sentir. Transportarte. Si hay algo que las palabras hacen es enseñarte a vivir. Que para todos los males hay una solución: ¿Miedo? Para eso están los peluches, las mantas y las amigas. ¿Echas de menos? Siempre quedarán los recuerdos y las canciones. Y si te duelen otras cosas, esas que no puedes explicar, siempre te queda llorar. Con cada lágrima, una palabra. Desahogarte. Sacarlo todo fuera. Porque las palabras también curan. Curan si sabes cómo usarlas y, al igual que curan, duelen. Como un adiós. Que quién tiene poder para escribir y para hablar, también puede construir mundos de odio donde boca cerrada, entran moscas por la nariz. Y aunque ese sea el precio que hay que pagar, dicen que quien no arriesga no gana. Así que si la vida no vale nada, menos para despreciarla. Por eso hoy, entre apuntes del principio de curso y los recuerdos de un Agosto que no quieren irse tan fácilmente, escribo. Por y para mí. Porque el día que lo vea todo gris, siempre quedarán palabras que hagan salir el sol. Y lo hará solo para que yo sonría."

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