Este
pasado abril y aquí, el mes más cruel atemperó un poco su insidiosa dejadez
ferrolana para sacudir la ciudad departamental: llegaron los poetas. De la mano
de Guillermo Ferrández y Karlotti, se repitió por sexta vez el desembarco de la
palabra más viva, más rebelde, civil y variopinta. Ahí van cuatro impresiones.
Hubo (siempre hay) mucho más, pero sólo cuento lo que pude ver y oír.
Miércoles, 24
Quedé
con Tere Leira a las 23:30 en Cazadores
(Madalena, 144). Más puntual que yo, estaba entrevistando a Guillermo cuando
llegué. Creo que lo había ido a ver a la Plaza de Armas, a la proclamación oficial de esta VI Semana.
Entre
los poetas del día (mejor dicho: de la noche), yo destacaría a Karlotti, klaro;
a Sechu Sende, poeta muy personal, como todos; y a Víctor, leonés recurrente
que practica una poesía, más que física, fisiológica, en la que, además de la
voz, el cuerpo y sus gestos y golpes son protagonistas. El broche de oro (¿me
estaré poniendo poético? ¿o irónico / kitsch?) lo puso el fabuloso Manolo
Bacalhao, que cantó con su sola guitarra unas maravillosas canciones
portuguesas. Además de la Grândola , que
Guillermo solicitó como era natural nada más dar las doce, a mí (y a Tere) nos
entusiasmó Vida de marinheiro, una
canción popular alentejana que suele titularse
Vou-me embora vou partir
Vou-me embora, vou partir mas tenho esperança
de correr o mundo inteiro, quero irquero ver e conhecer rosa branca
e a vida do marinheiro sem dormir
E a vida do marinheiro branca flor
que anda lutando no mar com talento
adeus adeus minha mãe, meu amor
eu hei-de ir hei-de voltar com o tempo
que anda lutando no mar com talento
adeus adeus minha mãe, meu amor
eu hei-de ir hei-de voltar com o tempo
Emilio S. (Continuará)
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