martes, 14 de xuño de 2011

RELATO GANADOR EN EL CONCURSO COCA-COLA

Como os prometimos en otra entrada, aquí tenéis el relato de Inés Falcón Pérez (2ºB), que consiguió el 5º premio en el Concurso de Jóvenes Talentos de Relato Corto de Coca-Cola. La dificultad del mismo estribaba en que tenían que incluir de forma adecuada una referencia a una foto enigmática que se les daba. En dicha foto aparecía un joven de espaldas que se miraba a un espejo, pero cuyo reflejo era la propia espalda del joven. A su lado descansaba un libro.

"La noche era fría y sólo la luna aportaba algo de luz.
Jake se paró un momento y contempló las estrellas. Una parte de él quiso quedarse allí, contándolas y conociendo cada uno de los secretos que podían guardar y, aunque resultaba muy tentador, siguió el camino. Era casi media noche y no podía permitirse el lujo de llegar tarde.
Apurando su paso y con un poco de suerte llegó justo a tiempo al viejo parque, ese que ya nadie visitaba.  Es que eran tantos sus años, que ni recordaba su nombre.
Se deslizó hasta el centro del parque, donde un rayo de luz procedente de la luna se concentraba.
- Por favor, por favor... -susurró varias veces para sus adentros.
Entonces la extraña luz lo envolvió y lo elevó un par de metros, aunque no mucho.
Esbozó una sonrisa y sus ojos, oscuros y apagados, brillaron como lo hacían tantos años atrás, cuando él aún "vivía".
En el momento en el que guardaba todas las esperanzas del mundo, estas desaparecieron, como si les hubieran soplado y ahora volaran lejos de él. La luz le había soltado y en escasos segundos estaba tirado en el suelo.
Su expresión cambió de inmediato y sus ojos se volvieron a apagar. A pesar de que si le preguntaran lo negaría, una lágrima se desprendía de su ojo izquierdo. Cuando fue consciente de esto, la secó con la mano de inmediato y se incorporó, sin ganas, como pudo.
Ya de pie, sacudió un poco su traje, pero tan sólo lo justo y, al acabar, empezó a correr sin rumbo fijo hasta que encontró la puerta de un portal abierta y entró. Dentro resbaló, pero logró levantarse. Junto al espejo había un libro que reconoció perfectamente, era el favorito de una chica muy especial para él, luego miró su reflejo, no era normal, es decir, lo que se veía no era su rostro, sino su espalda. Era como si alguien le grabara desde atrás y la imagen se estuviera reproduciendo en el espejo.
No pareció sorprenderle mucho. Jake ya se había acostumbrado a no poder ver su rostro.
Caminó hacia el ascensor y pulsó el frío botón con sus largos dedos. Cuando la puerta se abrió, entró y esperó a que volviera a cerrarse para podera sentarse en el pequeño espacio.
Inconscientemente, cinco minutos más tarde, estaba soñando despierto. Soñó con el olor de la cena de Navidad con su familia, el brillante papel de regalo y los bonitos lazos con los que los decoraba su madre; con los besos de buenas noches que le daban sus padres cuando era un crío; que volvía a escuchar la risa de sus amigos; que Aldara, la chica de la que estaba enamorado, le abrazaba otra vez; con las brisas de verano, las notaba tan cerca que percibía el aire en su cara, así que mantuvo los ojos cerrados y disfrutó al máximo la sensación.
Pero un brusco movimiento le despertó de sus fantasías, el ascensor estaba subiendo. Se levantó y apoyó su cuerpo sobre una esquina hasta que, en breve, el ascensor se abrió y una preciosa chica entró. Tenía el pelo rubio y ondulado y unos enormes ojos de tono violeta, pero pálidos, más bien parecía gris.
-Aldara -susurró.
Pero ella no le veía, nadie lo hacía ya, y sí, su mente aún seguía fantaseando. Se despejó de la forma más brusca que había y entonces recordó quién era ahora. O mejor dicho, qué era ahora y lo que nunca volvería a ser."

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