Seguindo a tradición do noso centro, unha alumna nosa resultou finalista na edición deste ano do Concurso de Relato Curto de Coca-Cola. Maite Saavedra Rodríguez de 2º A recolleu o seu agasaio o venres día 23 de maio acompañada dos seus pais e das profesoras de lingua Juani e Pilar. E todo nun marco inesquecible, a tan literaria illa de San Simón.
Deixámoos co seu relato:
"La
televisión está encendida. Un leve murmullo recorre la habitación.
Han desparecido todos los diccionarios del mundo. Apago la televisión
y me dirijo a la puerta de la calle. Fuera, la tormenta parece que va
a arrancar los edificios de cuajo. Comienzo a andar hasta llegar a un
lugar donde nadie pueda verme. Allí, un hombre alto, de aspecto
enojado y barba blanca me está esperando.
-Buenos
días- lo saludo.
-Buenos
días.
Entramos
en una especie de bar, oscuro y con poca gente. Allí, nos sentamos
en una mesa apartada y el hombre me entrega un paquete.
-Toma- me
dice-, es el último.
Acepto
el objeto y me levanto de mi sitio dispuesta a salir, pero antes de
que mi mano agarre el pomo de la puerta, algo me agarra bruscamente
el brazo y me impide salir.
-El dinero-
dice el hombre.
-Aquí
tiene- le contesto- .40, 90 €. Todo lo que me pidió.
Salgo
fuera y me dirijo al aeropuerto. En el camino me paro a pensar en
todo lo que estaba pasando, y me da un escalofrío. Una vez en el
aeropuerto, tomo el primer avión que sale de la ciudad y me voy: por
fín estoy libre.
* * * * * * * *
Diez
años después, llaman a mi puerta, a mi nueva puerta, y abro.
–Buenos días señorita Parker, ¿podría usted invitarme a pasar?-
Yo accedo, al fin y al cabo, no puede pasarme nada peor que lo
ocurrido diez años atrás. El hombre entra en mi casa, y hasta que
no me lo dice, no le encuentro nada familiar en él.
-¿Se
acuerda de mí? Yo la ayudé a cometer todos los delitos que hizo
antaño. Todos, toditos. ¿Recuerda?
Entonces
recordé. Lo recordé todo: quién era, por qué había venido, qué
era lo que estaba pasando.
-¿Qué
pasa?-dije- ¿vienen a por mí?
-Me temo
que sí, señorita.
El
hombre había cambiado mucho en estos últimos años: era más
amable, se había afeitado la larga barba blanca y, además, parecía
no necesitar dinero.
Recojo
todas mis cosas y me dirijo a la puerta, dispuesta a escapar de
nuevo. Pero, por desgracia, ya me estaban esperando.
-¡Alto
ahí! No dé ni un paso más- gritan unos hombres de aspecto
policial.
Me
paro en seco. Todo lo que había hecho, durante tantos años, había
sido en vano. ¿Por qué? ¿Por qué tuve que hacerlo? ¿Por qué
tuve que robar todos los diccionarios del mundo? Simplemente, por
venganza. Desde niña, todos los profesores hablaban de los
diccionarios como la mejor herramienta del mundo. Pues no. Muchas de
las palabras que utilizamos en la vida cotidiana no aparecen. ¿Por
qué? Eso no tiene explicación.
Mientras
me dirijo a comisaría pienso en lo que voy a decir. No voy a mentir,
Al fin y al cabo, mi misión está cumplida.
Maite
Saavedra Rodríguez