sábado, 31 de maio de 2014

FINALISTA DO CONCURSO DE RELATOS DE COCA-COLA

Seguindo a tradición do noso centro, unha alumna nosa resultou finalista na edición deste ano do Concurso de Relato Curto de Coca-Cola. Maite Saavedra Rodríguez de 2º A recolleu o seu agasaio o venres día 23 de maio acompañada dos seus pais e das profesoras de lingua Juani e Pilar. E todo nun marco inesquecible, a tan literaria illa de San Simón. 
Deixámoos co seu relato:



"La televisión está encendida. Un leve murmullo recorre la habitación. Han desparecido todos los diccionarios del mundo. Apago la televisión y me dirijo a la puerta de la calle. Fuera, la tormenta parece que va a arrancar los edificios de cuajo. Comienzo a andar hasta llegar a un lugar donde nadie pueda verme. Allí, un hombre alto, de aspecto enojado y barba blanca me está esperando.
-Buenos días- lo saludo.
-Buenos días.
Entramos en una especie de bar, oscuro y con poca gente. Allí, nos sentamos en una mesa apartada y el hombre me entrega un paquete.
-Toma- me dice-, es el último.
Acepto el objeto y me levanto de mi sitio dispuesta a salir, pero antes de que mi mano agarre el pomo de la puerta, algo me agarra bruscamente el brazo y me impide salir.
-El dinero- dice el hombre.
-Aquí tiene- le contesto- .40, 90 €. Todo lo que me pidió.
Salgo fuera y me dirijo al aeropuerto. En el camino me paro a pensar en todo lo que estaba pasando, y me da un escalofrío. Una vez en el aeropuerto, tomo el primer avión que sale de la ciudad y me voy: por fín estoy libre.

* * * * * * * *
Diez años después, llaman a mi puerta, a mi nueva puerta, y abro. –Buenos días señorita Parker, ¿podría usted invitarme a pasar?- Yo accedo, al fin y al cabo, no puede pasarme nada peor que lo ocurrido diez años atrás. El hombre entra en mi casa, y hasta que no me lo dice, no le encuentro nada familiar en él.
-¿Se acuerda de mí? Yo la ayudé a cometer todos los delitos que hizo antaño. Todos, toditos. ¿Recuerda?
Entonces recordé. Lo recordé todo: quién era, por qué había venido, qué era lo que estaba pasando.
-¿Qué pasa?-dije- ¿vienen a por mí?
-Me temo que sí, señorita.
El hombre había cambiado mucho en estos últimos años: era más amable, se había afeitado la larga barba blanca y, además, parecía no necesitar dinero.
Recojo todas mis cosas y me dirijo a la puerta, dispuesta a escapar de nuevo. Pero, por desgracia, ya me estaban esperando.
-¡Alto ahí! No dé ni un paso más- gritan unos hombres de aspecto policial.
Me paro en seco. Todo lo que había hecho, durante tantos años, había sido en vano. ¿Por qué? ¿Por qué tuve que hacerlo? ¿Por qué tuve que robar todos los diccionarios del mundo? Simplemente, por venganza. Desde niña, todos los profesores hablaban de los diccionarios como la mejor herramienta del mundo. Pues no. Muchas de las palabras que utilizamos en la vida cotidiana no aparecen. ¿Por qué? Eso no tiene explicación.
Mientras me dirijo a comisaría pienso en lo que voy a decir. No voy a mentir, Al fin y al cabo, mi misión está cumplida.

Maite Saavedra Rodríguez


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